La aorta es una arteria de gran tamaño que recoge la sangre que sale del corazón y la distribuye a todos los órganos del cuerpo a través de sus ramas. Se divide en cinco segmentos:
Se llama aneurisma de aorta a la dilatación de una zona de la aorta. Los aneurismas que afectan a la raíz, aorta ascendente, arco o aorta descendente se denominan aneurismas de aorta torácica. Los aneurismas tienden a romperse una vez que alcanzan un tamaño determinado debido a la fragilidad de la pared de los mismos. Casi la mitad de los pacientes a los que se les rompe un aneurisma fallece antes de llegar al hospital, y de los que llegan un alto porcentaje de ellos fallece también en la sala de operaciones o durante el postoperatorio. Sin embargo, cuando la cirugía se realiza de forma programada la mortalidad es muy baja. Por ello es tan importante realizar un diagnóstico precoz y el seguimiento adecuado de estos pacientes.
La mayor parte de los aneurismas de aorta son asintomáticos, es decir, que no provocan síntoma alguno y se suelen detectar de forma casual al realizar un estudio de imagen por algún otro motivo. En algunos casos pueden producir algún síntoma según el tamaño y la localización de la dilatación de la aorta. Así, por ejemplo, los aneurismas de aorta ascendente y de raíz pueden distorsionar la válvula aórtica (la válvula “de salida” del corazón), lo que a veces puede producir síntomas de fracaso cardiaco (falta de aire con el esfuerzo o al estar tumbado, dolor en el pecho, palpitaciones, cansancio, etc.). Los de arco a veces comprimen estructuras vecinas pudiendo producir afonía o dificultad para tragar, o en ocasiones incluso dolor de espalda. Los de aorta descendente y abdominal a veces pueden producir también dolor de espalda o lumbar. Cuando el aneurisma se rompe o se “diseca” (la pared se rasga pasando la sangre a su través de arriba abajo generando una aorta como “en cañón de escopeta”) sí se suelen producir síntomas llamativos, como dolor muy intenso “en puñalada” entre las escápulas o en el abdomen, dificultad para respirar, mareos o pérdidas de conocimiento, etc. Si estos síntomas se producen en una persona con un aneurisma conocido se debe acudir de forma urgente a un centro hospitalario.
Hay muchas situaciones que pueden producir un debilitamiento de la pared de la aorta que haga que ésta se dilate provocando la aparición de una aneurisma. En la mayor parte de los casos, el mecanismo último que genera la dilatación o la pérdida de fuerza de la pared de la aorta se desconoce, pero sí que se conocen situaciones en las que la dilatación de la aorta es más frecuente. Así, sabemos que hay problemas genéticos como el síndrome de Marfan y otras conectivopatías en los que la dilatación de la aorta es casi una constante. También se asocian con frecuencia a la presencia de una válvula aórtica bicúspide (un tipo de válvula aórtica con dos “velos” en vez de los tres “velos” de las válvulas aórticas normales) o a la arteriosclerosis o endurecimiento de las arterias, a algunas infecciones como la sífilis, enfermedades autoinmunes, etc. La única causa no congénita que se relaciona con los aneurismas es el tabaco, por lo que en todos los casos es importante no fumar. También controlar adecuadamente la tensión arterial.
Las pruebas más útiles son la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia magnética (RM). Con ellas se puede medir el tamaño del aneurisma (diámetro) y su extensión. El estudio se suele completar con un ecocardiograma para comprobar si también está afectada la válvula aórtica en los aneurismas de la raíz o la aorta ascendente y el funcionamiento del corazón.
Los aneurismas no tienen tratamiento médico preventivo, aunque es fundamental un buen control de la tensión arterial y no fumar. Parece que algunos medicamentos podrían frenar su crecimiento, por lo que es importante que se diagnostiquen lo antes posible. En algunos casos se aconseja tomar algún tipo de medicación como betabloqueantes u otros fármacos. Estas medidas no son curativas, sino que pretenden frenar su crecimiento. También se recomienda evitar los esfuerzos intensos.
La cirugía se aconseja cuando los aneurismas alcanzan un tamaño determinado o cuando crecen en poco tiempo. Siempre es fundamental la valoración en una Unidad de Aorta por parte de un especialista en el tema porque hay muchas variables que influyen en la decisión y que deben ser tomadas en su conjunto. Por ello, pese a que existan indicaciones de cirugía por tamaño, la decisión no se puede tomar sólo en función de este factor. Influyen:
En las últimas Guías de Práctica Clínica de las asociaciones europeas de cirugía cardiaca y cardiología se aconseja cirugía con los siguientes tamaños:
La cirugía se encamina a sustituir el segmento de aorta dilatada por un segmento de un tubo protésico, normalmente de un material denominado dacron. En función de la localización del aneurisma se emplean técnicas y abordajes diversos, normalmente con cirugía abierta y en ocasiones con técnicas percutáneas (por punción en la piel) o con abordajes miniinvasivos (a través de pequeñas incisiones), y se implantan endoprótesis.
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